
Con la OIT en una ruta clara de formación: Julián Arango y su sueño de transformar el mundo desde la ingeniería de sistemas y las tecnologías
A sus 16 años, gracias a la formación técnica del proyecto SENATIC impulsado por la OIT, ha descubierto una vocación que le permite mirar con esperanza el porvenir.
20 de junio de 2025
Desde el cálido corazón del Caquetá, entre memorias de un pueblo que lucha por recuperar la paz y los sueños de un joven que no se rinde, Julián Andrés Arango Quintero camina con decisión hacia su meta: convertirse en ingeniero de sistemas.
Julián Andrés Arango Quintero nació hace 16 años en El Paujil, un rincón del Caquetá donde el bochorno del clima y la sencillez de la vida marcaron su infancia. Allí vivía con su tía, una comerciante luchadora que enfrentó difíciles momentos por cuenta de las extorsiones de los grupos armados. Hoy, desde Florencia —capital del departamento, ciudad a la que se mudó hace ya ocho años—, Julián no olvida esos días de tranquilidad que alguna vez definieron a su pequeño pueblo.
Aunque al inicio de su vida escolar lloraba para ir al colegio, Julián encontró en el bachillerato un motivo para quedarse: el gusto por el estudio. Hoy cursa grado 11 en la Institución Educativa Juan Bautista Migani, y combina sus estudios académicos con su formación técnica en Sistemas Teleinformáticos, parte del proyecto SENATIC, una iniciativa apoyada por la alianza entre el Ministerio TIC, el SENA y la OIT. Julián está en la fase productiva del proceso formativo, etapa en la que ha profundizado conocimientos y ha descubierto que la tecnología no solo le apasiona, sino que se le da bien. “Cada vez que investigo algo nuevo en mi computador siento que estoy más cerca de lo que quiero ser”.
Desde niño le ha atraído la tecnología, aunque en un principio no sabía cuánto podría significar en su vida. Hoy tiene claro que quiere estudiar Ingeniería de Sistemas, y reconoce que esta ruta, además de brindarle herramientas laborales para un futuro próximo, le ha ayudado a crecer como persona. “SENATIC no solo me forma para trabajar, también me enseña valores y me motiva a seguir adelante”, expresa.
Además de su pasión por la tecnología, Julián es un joven activo: juega fútbol y asiste al gimnasio con frecuencia. Considera que la adolescencia debe vivirse como una etapa de aprendizaje, no de desperdicio de tiempo. Por eso aconseja a otros jóvenes no rendirse, incluso cuando el camino parezca difícil. “Sepan que están construyendo las bases de su futuro”.
Sin embargo, hace un llamado urgente: los equipos tecnológicos en su institución educativa, como muy seguramente en muchas otras del mismo nivel, están desactualizados y limitan el alcance de su formación. Julián espera que las autoridades escuchen su voz para que más jóvenes como él puedan contar con herramientas de calidad para avanzar.
Como el río Orteguaza que atraviesa la región Amazonía y se une al gran rio Caquetá, esta confluencia semeja el imaginario de un país que se conecta a través de la esperanza; Julián fluye con fuerza, llevando consigo el deseo de aportar, de crecer y de construir un buen mañana con el poder de la pasión, unido a sus habilidades propias y conocimientos.
